Reducir la pobreza mediante la creación de nuevas oportunidades económicas es uno de los desafíos más urgentes que enfrenta América Latina y Colombia. A pesar de años de inversión social y crecimiento económico sostenido, la desigualdad y la exclusión persisten. En 2023, la tasa de pobreza multidimensional en Colombia se sitúa en 12,1%, aumentando considerablemente hasta el 25,1% en las zonas rurales[1]. Estas comunidades enfrentan barreras no solo en términos de ingresos, sino también en el acceso a la educación, la salud y los servicios básicos.

El compromiso de la región con la erradicación de la pobreza[2] se ha visto obstaculizado. La década de 2020 corre el riesgo de convertirse en otra “década perdida” para el progreso[3], debido a crisis superpuestas como la pandemia de COVID-19, la inflación, los choques climáticos y las presiones migratorias, que han frenado o incluso revertido los avances. [4]. Al mismo tiempo, el gasto público destinado a mejorar los resultados sociales se encuentra cada vez más limitado[5]. En Colombia y a través de la región, los gobiernos enfrentan déficits fiscales y un creciente endeudamiento[6], lo que restringe su capacidad de respuesta a gran escala.

A medida que los recursos públicos se ven cada vez más limitados, surge una nueva pregunta: ¿cómo pueden otros sectores—particularmente el sector privado—asumir un rol más protagónico para proteger y acelerar el progreso?

Para explorar esta pregunta, a principios de este año Dalberg se asoció con la AFE, Fundación Grupo Social y Sistema B para reunir a más de 30 líderes de impacto social y empresas B en Medellín, Colombia. La conversación reveló reflexiones valiosas a través del ecosistema, balanceando los objetivos empresariales de corto plazo con las necesidades de las comunidades a largo plazo. Este artículo se basa en esa discusión para compartir aprendizajes sobre cómo el sector privado en América Latina puede estar a la altura de este momento.

La lección principal: El sector privado tiene el poder de transformarse de un motor centrado únicamente en las ganancias a un arquitecto del crecimiento inclusivo—donde abordar los desafíos de la pobreza sea parte del modelo de negocio, no solo una declaración

El sector privado en América Latina siempre ha desempeñado un papel indirecto en la reducción de la pobreza. Según los datos más recientes, las empresas privadas generan más del 66 % de los empleos formales en la región[7], aunque cerca de la mitad de los trabajadores siguen empleados en la informalidad[8]. La región también ha sido testigo de un notable compromiso filantrópico por parte de las empresas: las fundaciones empresariales representan aproximadamente el 50 % de todas las fundaciones en América Latina, con concentraciones aún mayores en países como Brasil (64 %) y Colombia (68 %)[9]. Más allá de estos roles que tradicionalmente desempeña el sector privado, se necesita un cambio de enfoque inmediato para reducir significativamente la pobreza global.

En este encuentro, un mensaje quedó claro: el sector privado debe asumir un rol más central y estratégico en el abordaje de la pobreza y la desigualdad en América Latina. Las conversaciones trascendieron la filantropía empresarial tradicional o las campañas de corto plazo, y se enfocaron en cómo las empresas pueden integrar el impacto social en sus decisiones cotidianas y en sus estrategias de crecimiento a largo plazo.

En Colombia y en toda la región, este cambio es tanto necesario como prometedor. En lugar de tratar el impacto social como una iniciativa paralela, las empresas comienzan a comprender que alinear sus objetivos de negocio con las necesidades de las comunidades puede generar nuevas formas de valor, tanto para la sociedad como para sus propios resultados.

Cinco aprendizajes adicionales sobre integrar el impacto en las estrategias centrales del negocio

A partir de la discusión, surgieron cinco lecciones clave que las empresas deberían considerar para avanzar hacia un impacto más profundo y sostenible.

  1. Diseñar con las comunidades, no para ellas. Involucrarse desde el inicio con las comunidades permite a las empresas generar confianza y detectar necesidades no satisfechas. Este enfoque conduce a soluciones que no solo son más relevantes y ampliamente adoptadas, sino que también generan un valor más profundo y duradero tanto para las comunidades como para la empresa. Al abordar necesidades insatisfechas en poblaciones desatendidas, las compañías pueden ampliar su base de clientes y, al mismo tiempo, contribuir a resolver desafíos sociales. La Alianza para el Desarrollo ejemplifica un modelo de co-creación centrado en la comunidad, trabajando mano a mano con las poblaciones locales para identificar desafíos, establecer prioridades y diseñar soluciones que realmente respondan a las necesidades existentes.

El elemento clave de Alianza para el Desarrollo es la forma en que centraron su atención en los territorios que querían apoyar, comenzando por ahí y preguntando cuáles eran sus verdaderas necesidades.

Aura Lucía, AFE

  1. Ver a los empleados como parte del ecosistema social. Cuando las empresas priorizan el bienestar de sus empleados, especialmente en regiones donde los trabajadores enfrentan barreras sistémicas, no solo mejoran vidas, sino que también fortalecen su desempeño a largo plazo

Los empleados son el mayor activo de una empresa, lo que representa una oportunidad significativa para mejorar su bienestar y, al mismo tiempo, fortalecer el negocio.

Alejandra Pardo, ConConcreto

  1. Aliarse para escalar de forma más inteligente. Fomentar la asociación y la colaboración ayuda a mitigar riesgos y ampliar el alcance. La colaboración intersectorial es esencial para compartir conocimientos, recursos y responsabilidades con el fin de lograr un impacto mayor.

Necesitamos hacer más. Muchas organizaciones realizan un trabajo con impacto, pero no están dialogando entre sí.

Aura Lucía, AFE

  1. Monitorear el progreso con alta precisión y baja inversión. Implementar marcos de medición simples pero efectivos para hacer seguimiento de los resultados permite garantizar la rendición de cuentas y la mejora continua, sin incurrir en costos excesivos.

Una de las mayores brechas en el sector de impacto es la capacidad de demostrar resultados medibles. Las empresas deben enfocarse en la ejecución y en la comprobación de los resultados alcanzados.

Juan Carlos Lozano, Innpactia

  1. Aprovechar la innovación y atender a las comunidades entendiendo dónde están. La tecnología permite a las empresas llegar de manera más efectiva a poblaciones desatendidas. También optimizan las operaciones, haciendo que los esfuerzos de impacto sean más escalables y sostenibles. En Colombia, la Fundación Grupo Social ejemplifica este enfoque al incorporar el propósito en el centro de su estrategia y utilizar soluciones adaptativas habilitadas por la tecnología para responder a las necesidades de las comunidades en momentos de crisis, generando así confianza y lealtad duradera por parte de sus clientes.

Durante la pandemia, la Fundación Grupo Social decidió actuar como un verdadero aliado de sus clientes—ofreciendo alivios automáticos en los pagos, absorbiendo pérdidas en el corto plazo y confiando en que las personas se recuperarían. Al final de la crisis, el 96 % de los clientes había retomado sus pagos y el desempeño a largo plazo del banco se había recuperado.

Juan Carlos Gómez, Fundación Grupo Social

La oportunidad es ahora: el sector privado tiene un papel fundamental en proteger la continuidad del impacto

Para impulsar un cambio real, las empresas en América Latina deben hacer del impacto social una parte central de su estrategia. Esto significa integrar el impacto en la toma de decisiones, las operaciones y los modelos financieros—no como un requisito de cumplimiento, sino como un camino hacia el valor y la resiliencia a largo plazo. Las empresas que dan este paso están mejor posicionadas para fortalecer su desempeño mientras contribuyen a economías más inclusivas y sostenibles.

Sobre esta base, las empresas también pueden ir más allá de iniciativas aisladas. Si bien los esfuerzos filantrópicos y las campañas de corto plazo tienen valor, son más efectivos cuando están alineados con los objetivos generales del negocio y se basan en las necesidades de la comunidad. Al integrar el impacto más profundamente, las empresas pueden desbloquear resultados más consistentes, escalables y transformadores.

La oportunidad para que el sector privado actúe es clara—este es el momento para apoyar a nuestras comunidades y contribuir al cambio que esperamos ver.


[1] DANE, Pobreza Multidimensional en Colombia, 2023

[2] United Nations, Goal 1: End poverty in all its forms everywhere, 2024

[3] Stemmler, et. Al., “The polycrisis behind a lost decade of poverty reduction”, 2024

[4] World Bank, Poverty, 2024

[5] The Guardian, Dismay as UK poised to cut funding for global vaccination group Gavi, 2025

[6] Portafolio, En cuánto se proyecta el hueco de recaudo tributario en Colombia al cierre del 2024, 2024

[7] WorldBank, Women in the private sector in Latin America and the Caribbean, 2014

[8] ILO, Labour Overview, 2024

[9] Harvard Kennedy School, Global Philanthropy Report, 2023


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